Las mujeres en pleno sigo XIX vivían en una opresión social y en una situación de inferioridad respecto a los hombres que les limitaba su vida social. Las mujeres no tenían ningún espacio en el que reunirse, y todo intento de ello era saboteado y prohibido. No ejercían ningún tipo de poder ni posibilidad de acceso al ámbito social, ni político, ni económico puesto que que tenían otros deberes, y todos ello quedaban relegados a las tareas del hogar.
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Origen del movimiento sufragista
Como consecuencia de ello, las mujeres se fueron organizando poco a poco y revelándose, desafiando el propio status quo establecido. El surgimiento de estos movimientos fue necesario para reivindicar el papel de la mujer en la sociedad.
A mediados del siglo XX, se produjeron los primeros movimientos sufragistas con reivindicaciones clara como el derecho al voto femenino. Fue un momento de reivindicación y también de liberación, puesto que se armaron de valentía para reclamar y poner de manifiesto todas las desigualdades que habían sufrido las mujeres a lo largo de la historia.
Se reclamaban derechos esenciales como el acceso de la mujer a la educación y al mercado laboral, derechos para las mujeres en el matrimonio, la inclusión de la mujer en la vida política o el derecho al voto.
Historia del sufragismo femenino
El punto de partida del sufragismo se sitúa en 1848 con la Declaración de Sentimientos de Seneca Falls, movimiento internacional reformista social, económica y políticamente que reivindicó el derecho al sufragio femenino.
Derecho al voto de la mujer en Estados Unidos
Consecuencia de esta Declaración, fue el reconocimiento del sufragio femenino en el Estado de Wyoming, en 1869, que fue el primer estado de EEUU; aunque no el sufragio universal no llegó hasta años más tarde ya que se mantuvo la diferencia racial, no pudiendo votar las mujeres negras.
El primer país en el que las mujeres pudieron ejercer el derecho a voto fue en Nueva Jersey en 1776, aunque no por mucho tiempo, ya que el motivo por el que podían votar era por que la ley permitía votar a todas las “personas” por lo que rectificaron la ley para solo permitir el voto a los hombres.
Posteriormente, en 1920, Estados Unidos aprobó el sufragio universal, para poner fin a la doble desigualdad que se sufría, por el hecho de ser mujer y además la distinción que se practicaba entre mujeres blancas y negras.
Primer país con voto femenino
El primer país en reconocer el sufragio femenino sin restricciones fue Nueva Zelanda, se aprobó en el año 1893, movimiento liderado por la activista Kate Sheppard, una de las mujeres sufragistas más importantes y una de las fundadoras de la Unión Cristiana de Mujeres por la templanza de Nueva Zelanda (WCTU).
El voto femenino en Europa
En el continente europeo, el primer país en permitir el sufragio femenino fue Finlandia en 1907, a la que le siguieron Australia en 1902 y Noruega en 1913 y Dinamarca en 1915.
Poco a poco se fueron sumando el resto de países, destacando en 1917, durante la Revolución rusa, la concesión del derecho al voto de las mujeres en la URSS. En Inglaterra se produjo en 1918, Emmeline Pankhurst, activista política que lideró el movimiento sufragista femenino fundando en 1903 el Sindicato Político y Social de las Mujeres.
En Alemania el sufragio universal se aprobó en 1919. Tras las elecciones, Marie Juchacz, tomó la palabra en la Asamblea Nacional de Weimar y dijo: «Damas y caballeros, esta es la primera vez en Alemania que se permite que las mujeres hablen al pueblo como libres e iguales».
El sufragio femenino en Francia
Lo sorprendente fue el caso de Francia, que a pesar de ser el país en el que se originó la primera ola, fue uno de los países occidentales más rezagados en reconocer el derecho al voto femenino que se produjo en 1945, al igual que en Italia.
Voto de la mujer en España
En España el voto femenino fue reconocido en 1931 durante la II Republica, con Niceto Alcalá-Zamora como presidente de la República y Manuel Azaña como presidente del gobierno. En el movimiento sufragista en España hubo dos mujeres muy importantes: Victoria Kent y Clara Campoamor fueron las dos mujeres sufragistas que jugaron un papel decisivo en la aprobación del derecho a voto de la mujer en España, aunque las mujeres ejercieron por primera vez su derecho al voto en las elecciones de 1933, unas elecciones en las que participaron alrededor de 6.000.000 mujeres con voz y voto.
Para Clara Campoamor fue paradójico puesto que en las primeras elecciones en las que fue elegida diputada, en 1931, no puedo ejercer el derecho al voto ya que la ley permitía a las mujeres el acceso a la política pero no estaba reconocido el sufragio universal femenino.
En palabras de Clara Campoamor “Resolved lo que queráis, pero afrontando la responsabilidad de dar entrada a esa mitad de género humano en política para que sea cosa de dos. No podéis venir aquí vosotros a legislar, a votar impuestos, a dictar deberes, a legislar sobre la raza humana, sobre la mujer y sobre el hijo, aislados, fuera de nosotras”.
Con algo de rezago las Naciones Unidas reconocieron el sufragio femenino, aprobado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948.
El movimiento sufragista no es el final
Como vemos el movimiento sufragista alzó la voz para el reconocimiento de la mujer en la sociedad, reivindicando ese papel tan importante que nos corresponde. Los inicios de los movimientos feministas fueron necesarios en una sociedad en la que no se valoraba a la mujer. Se han producido grandes avances pero todavía queda mucho camino que recorrer, así que debemos seguir reivindicando la justicia y la libertad de todas las mujeres para no dejar en el olvido el trabajo que llevaron a cabo nuestras predecesoras, mujeres sufragistas importantes que lucharon por nuestros derechos.